“…De esta manera se intenta dar cuenta de los mecanismos que intervienen en la desambiguación semántica de estos elementos. Estos mecanismos restrictores pueden consistir en principios generales de interpretación, como el Principio de Relevancia (Blakemore, 1987(Blakemore, , 2002Montolío, 1998Montolío, , 2001Portolés, 1998Portolés, , 2001Archakis, 2001;Murillo, 2000Murillo, , 2003; en un sistema de parámetros pragmáticos que selecciona el respectivo significado contextual (Sweetser 1990;Redeker, 1991Redeker, , 2006; en la referencia a un dominio comunicativo, entendido este como dominio cognitivo (Fischer, 2000a(Fischer, , 2000b(Fischer, , 2006a(Fischer, , 2006b(Fischer, , 2010 o función pragmática (Pons, 1998a(Pons, , 2006) al que atienden los hablantes en función de la situación comunicativa y de la relación entre los interlocutores (por ejemplo, la gestión del habla, la retroalimentación comunicativa o la gestión de los turnos de habla); o en un contexto estructural y semántico particular que determina la lectura puntual del marcador (Nemo, 2002(Nemo, , 2006. Con todo, pese a que con estos enfoques metodológicos se establecen mecanismos estructurales, pragmáticos y cognitivos que permiten restringir las distintas interpretaciones contextuales de un marcador, sigue sin resolverse en qué medida dichas interpretaciones son meramente contextuales (pese a que, en muchos casos, esta parece una opción contraintuitiva) o presentan grados distintos de autonomía que permiten distinciones semánticas pertinentes y motivadas.…”