“…donde las últimas e impotentes manifestaciones de la virtud tienen lugar. 36 César y Catón, entonces, son figuras supra-humanas, más símbolos que personajes históricos: 37 César encarna una fuerza cósmica que se revela como la manifestación en el plano diegético de un proceso histórico inexorable; 38 Catón, por su parte, encarna los inadecuados ideales Republicanos dentro de un universo en disolución, cósmica, social e individual, 39 pero, de manera no diferente a César, revela una profunda inhumanidad que pone de manifiesto, del mismo modo que lo hace Séneca en sus tragedias, el costado más oscuro y paradójico de la doctrina estoica. 40 Tenemos dos personajes en apariencia opuestos y antagónicos, pero cuyas estructuras profundas, tanto en el plano semántico como en el diegético, resultan extremadamente cercanas: los extremos, en definitiva, se tocan y no resultan tan diferentes después de todo.…”