“…El entrenamiento de fuerza puede mejorar la fuerza muscular en sí misma, la resistencia y mantener la masa magra, optimizando con ello, la capacidad de las personas mayores para realizar actividades de la vida diaria. Adicionalmente el entrenamiento en fuerza ha documentado cambios en la composición corporal, flexibilidad y un incremento en las fibras tipo II b (Ramírez & León, 2012), así como en la autoconfianza y percepción de la capacidad para caminar del adulto mayor (Vidarte, Quintero & Herazo, 2012;García & Froment, 2018), siendo el entrenamiento en fuerza explosiva, el que ejerce mayor influencia en el rendimiento físico y en la disminución del riesgo de caídas, en esta población. Además, la dinámica del ejercicio físico y nuevas tendencias se obtiene beneficios de carácter social, individual y emocional que complementan el ideal de bi-corporiedad (Keogh, Kilding, Pidgeon, Ashley & Gillis, 2009;Vaquero-Cristóbol, Martínez, Alacid y Ros, 2015;Villareal, Moncada, Gallegos & Ruiz, 2016).…”