“…En adición, hay otros indicadores macroscópicos que se desprenden de la comparación entre los aportes de Scattolin y distintos trabajos de descripción de cerámica doméstica, muestran la inconveniencia de la comparación entre contextos funerarios y cotidianos, entre ellos: la abundancia de vasijas enteras o al menos con un alto grado de remontabilidad en el primer caso, frente a la casi total ausencia de formas completas o perfiles, y a la baja posibilidad de remontajes en el segundo; también la elevada proporción de decorados (aplicaciones al pastillaje, incisiones) y pastas finas para el primer caso (cercano al 80%), frente a la escasa proporción en el segundo (menor al 5%), pese a que el porcentaje de pastas finas sin embargo iría in crescendo a lo largo del primer milenio en la ~ 65 ~ región; y la elevada presencia de vasos efigies (25% aproximadamente) en el primer caso, frente a su excepcionalidad en el segundo 33 (Cremonte, 1996(Cremonte, y 2003Scattolin, a , 2007Scattolin, y 2010Scattolin et al, 2001Scattolin et al, y 2007Berberián y Arguello, 1988;Sampietro y Vattuone, 2005;Palamarczuk et al, 2007;Aschero y Ribotta, 2007;Dlugosz et al, 2009;Maldonado et al, 2011Maldonado et al, y 2018Salazar, 2011;Miguez y Caria, 2015). Y aquí se retoma la idea que abre este acápite, y que es un problema derivado de los trabajos fundacionales, la cerámica utilizada para construir la categoría Candelaria se obtuvo generalmente de ajuares funerarios y en el caso de Tafí lo hizo de contextos domésticos, los cuales no pueden ser comparables arqueológicamente en la región sudcalchaquí.…”