La mortalidad materna como indicador integral, refleja fallas en el proceso salud – enfermedad – atención y cuidado, lo cual expone condiciones de deterioro colectivo e inequidad social. Su medición estricta y evaluación fueron criterios que sustentaron la toma de decisiones en política sanitaria mundial, especialmente durante el desarrollo y evaluación de los Objetivos para el Desarrollo del Milenio, lo cual constituyó un marcador de logro que actualmente, podría suponer haber perdido relevancia, al relajar la emisión de las nuevas metas numéricas para los Objetivos del Desarrollo Sostenible en la agenda 2030. En México, el indicador de MM fue atendido durante los primeros años de este siglo de manera puntual, para contrastar el logro nacional con la reducción del 75% comprometida por un acuerdo mundial durante el periodo 1990 a 2015. El objetivo no fue alcanzado, en virtud que los esfuerzos se centraron especialmente en acciones desde y para el sector salud, sin tomar en consideración rasgos históricos de inequidad nacional conocidos y sin un esfuerzo de base estructural integral que operara con visión de sustentabilidad. La muerte materna se ve directamente afectada por circunstancias adversas y la ocurrencia de la pandemia reciente por la Covid-19 evidenció la susceptibilidad de las mujeres embarazadas, atribuida a la enfermedad, al potencial impacto negativo sufrido en servicios de salud ineficaces, en un país donde se estimó una letalidad significativamente elevada; de un Sistema Nacional de Salud que ha manifestado grandes dificultades y una población que transita por un cambio de régimen de relativa certeza en cuanto al derecho a la protección de la salud. El presente trabajo hace un recuento histórico de la MM en México, marcando énfasis en el impacto que la pandemia tuvo sobre este indicador de desarrollo, inequidad social y calidad de los servicios de salud.