“…En conjunto, tales estudios parecen indicar que hasta los 3,5 ó 4 años el sujeto no es capaz de considerar el éxito o el fracaso como debido a su propia acción, de modo que pueda experimentar placer por su competencia o vergüenza por su incompetencia. En concreto, Zunich (1964) encontró que los niños de 4 años, comparados con los de 3, piden ayuda a los adultos con menos frecuencia, no se desaniman ni dejan la tarea tan fácilmente y muestran reacciones más fuertes ante el fracaso. Heckhausen y Wasna (1965) han encontrado resultados semejantes trabajando con imbéciles y teniendo en cuenta su edad mental.…”