“…Este embrionario grupo ultramontano había surgido lentamente durante las décadas anteriores, primero estimulado por el debate religioso en torno a la sanción de leyes de reforma eclesiástica y libertad religiosa, y luego por el contacto cada vez más fluido con emisarios papales, cuya presencia en América se hizo permanente a partir de 1830, cuando la Santa Sede instaló en Río de Janeiro una legación diplomática (Di Stefano, 2004, pp. 155-192;Martínez, 2014a). Aunque este sector -compuesto por eclesiásticos, pero también por seglares-actuaba muy vinculado a las oficinas romanas y sus delegados, no dependía de la presencia 21 Marino Marini llegó a Paraná en febrero de 1858, luego de haber actuado como encargado de negocios de la Santa Sede en Río de Janeiro desde 1853 a 1856.…”