El síndrome cardiorrenal es una entidad compleja en la que la disfunción primaria cardíaca produce daño renal (tipos 1 y 2) y viceversa (tipos 3 y 4) y los episodios pueden ser agudos o crónicos o bien efecto de una enfermedad sistémica que afecta a ambos órganos (tipo 5). Hasta 49% de los pacientes con insuficiencia cardíaca muestra algún grado de disfunción renal, lo que aumenta de manera significativa la morbilidad y mortalidad. Su patogenia incluye diversos factores hemodinámicos, hormonales e inmunológicos que en la mayor parte de los casos producen sobrecarga hídrica, y cuyo diagnóstico y tratamiento son la base de su atención. En la actualidad, el diagnóstico clínico es insuficiente y se requieren marcadores bioquímicos, como péptidos natriuréticos, o el uso de ultrasonido pulmonar y cardíaco; estas herramientas, junto con la medición del sodio urinario, también permiten vigilar la efectividad terapéutica. De modo inicial se prefieren las medidas descongestivas con diuréticos de asa en infusión continua a dosis escalonadas para alcanzar una diuresis mínima de 3 L por día, con la posibilidad de agregar diuréticos ahorradores de potasio, tiazidas e inhibidores de la anhidrasa carbónica de modo secuencial para alcanzar el objetivo; como último recurso se recurre a la ultrafiltración en virtud de su mayor tasa de complicaciones. Por último, se debe indicar tratamiento con base en la evidencia para mejorar la calidad de vida, reducir la mortalidad y retrasar el deterioro de la función renal y cardíaca a largo plazo.