“…Este aumento en la popularidad del vídeo destaca la necesidad de herramientas para confirmar la autenticidad del contenido de los medios y las noticias, ya que las nuevas tecnologías permiten manipulaciones convincentes de vídeos o audios (Anderson, 2018). Dada la facilidad para obtener y difundir información errónea a través de las plataformas de redes sociales, tanto en forma de publicación como en los comentarios (Atasanova et al, 2019), cada vez es más difícil saber en qué confiar, lo que genera consecuencias perjudiciales para la toma de decisiones informadas (Borges et al, 2019;Britt et al, 2019). De hecho, hoy vivimos en lo que algunos autores identifican como un escenario de posverdad, que se caracteriza por la desinformación digital, el sesgo mediático (Hamborg et al, 2018), la generación de información falsa y la distorsión deliberada de la realidad, para manipular creencias y emociones e influir en la opinión pública y en actitudes sociales (Anderson, 2018;Qayyum et al, 2019).…”