“…Por supuesto, estas percepciones de competencia o capacidad de los propios bailarines afectan su bienestar, expresado a través de las alteraciones anímicas antes mencionadas (Alonso et al, 2013;Fernández, 2019;González et al, 2015;Guzmán et al, 2014;Pilco-Ushiña y Larzabal-Fernández, 2022). Las investigaciones en esta población se han desarrollado en el ambiente de la danza clásica y en países europeos mayormente: España (Anastasiadou et al, 2013;García-Dantas et al, 2014;González et al, 2015;Guzmán et al, 2014;Perez et al, 2015), Italia (Gutiérrez, 2017;Ravaldi et al, 2006), Croacia (Zoletic´ y Durakovic´-Belko, 2009), Grecia (Pollatou et al, 2010); Inglaterra (Swami y Harris, 2012) y Alemania (Bettle et al, 2001), entre otros. Los resultados de estos trabajos destacan que esta población sufre una gran insatisfacción con su cuerpo (estatura, cabello, ojos, dientes, tórax o rubor).…”