“…Estos pacientes tienen como características principales la presencia de disfunción de múltiples órganos, la interacción entre fármacos, además de una intensa respuesta de fase aguda y una serie de intervenciones terapéuticas agresivas, como la reanimación con líquidos o terapias de reemplazo renal, que alteran en forma significativa la farmacocinética y farmacodinamia de los fármacos que reciben. Por consiguiente, los parámetros farmacocinéticas, como la biodisponibilidad, la unión a proteínas plasmáticas, el volumen de distribución, el metabolismo, el tiempo de vida media de eliminación, la concentración máxima y la depuración se ven en general alterados en el escenario del paciente crítico inestable [6][7][8] , por lo que la mayoría de los medicamentos utilizados para la inducción e intubación endotraqueal de estos pacientes precipitan o empeoran la inestabilidad hemodinámica ya existente 9 , dado que en el shock se redistribuye el flujo sanguíneo a expensas de la circulación del intestino, hígado y músculo, el organismo se termina convirtiendo en un circuito corazón-cerebro, resultando en un aumento de las concentraciones sistémicas de los fármacos inductores (propofol, fentanilo, remifentanilo, etomidato) por disminución aguda del compartimiento central y, por consiguiente, una mayor potencia hacia el sitio efecto [10][11][12][13][14][15] con resultados deletéreos sobre la presión arterial (PA) y el gasto cardiaco, comprometiendo aún más la microcirculación y la irrigación de los órganos ya disfuncionales.…”