“…Inclusive el duelo constituye una temática del campo, cuya expresión asume el carácter emotivo y cognitivo (Alizade, 2012;Beltrán y Torres, 2011;Butler, 2010;Gómez Sancho, 2003;Gómez-Batiste, 2003;Mamo, 1999;Neimeyer, 2002;Rosaldo, 2000), así como un compromiso colectivo asociado a ritos hacia los muertos y los vivos (García, 2012;Sheper, 1999;Skarveit, 2009;Zenobi, 2014). Los orígenes de los cuidados paliativos, cuya preocupación gravitó en torno a la humanización de la muerte, también cuenta con numerosos estudios y referentes (Alonso, 2013;Benítez del Rosario y Asensio, 2002;Bermejo, Villacieros, Carabias, Sánchez & Díaz-Albo, 2013;Costello, 2000;De Simone, 2000;Faulkner, 1992;Giraldo-Cabadiv, 2008;Gómez Sancho, 2003;Gómez-Batiste, 2003;Kübler-Ross, 1972Luxardo, Alonso y Esquivel, 2013;Montes de Oca, 2006;Skulason, Hauksdottir, Ahcic & Helgason, 2014;Wainer, 2008). En lo que respecta a los ritos mortuorios, la antropología posee una gran cantidad de trabajos y exponentes que ponen en evidencia la resistencia humana de aceptar la muerte biológica y el deseo de prolongar la partida del muerto a través de variados procesos de transición (Bondar, 2012;Geertz, 2003;Hertz, 1990;Hidalgo, 2011;Lewis, 2012;Noel, 2013;Rosaldo, 2000;Van Gennep, 1908.…”