“…De hecho, las mujeres jóvenes apuntan a la curiosidad como principal factor motivador para el consumo (Ballester et al, 2022). Estudios previos también señalan un menor porcentaje de consumo problemático de pornografía en mujeres que en hombres (Montoliu et al, 2023). No hay un consenso científico establecido sobre el consumo problemático (Palazzolo y Bettman, 2020), pero sí una coincidencia creciente en su identificación como situación que se inicia con los síntomas de la dependencia del consumo a través de la experimentación de diversos efectos (Binnie y Reavey, 2020;Chen et al, 2021;Green et al, 2012;Manterola et al, 2020): aumentan la frecuencia, el tiempo dedicado o la intensidad de la violencia y las prácticas de riesgo que Sanz, Lluís Ballester y Sandra Sedano Journal of Feminist, Gender and Women Studies, 15:56-73, 2023 ven; se experimenta malestar cuando se intenta reducir o abandonar la pornografía (abstinencia, habituación a la violencia simbólica, emocional y física en la pornografía); aparecen nuevas consecuencias negativas (educativas, familiares...), pero la persona las ignora o minimiza; se reduce el placer por habituación, ya que el consumo regular llega a ser cada vez menos placentero.…”