En el presente artículo se pretende desmontar la idea de que la producción de conocimiento en la región se encuentra subordinada a estándares extranjeros. Para ello se examinó la relación establecida, durante la dictadura militar brasileña, entre un centro de investigación brasileño, el CEBRAP, compuesto por intelectuales con un alto prestigio académico, y una institución estadounidense, la Fundación Ford, con un importante poder económico. Para abordar la complejidad de este fenómeno ocurrido en el marco de una dictadura destructiva-constructiva (Patto Sa Mota, 2014), fue necesaria una perspectiva histórica combinada con un enfoque cualitativo que permitiera profundizar en las aristas de interés. En términos generales, la relación estuvo compuesta por un grupo de científicos sociales expulsados de las aulas universitarias, con posiciones opuestas a la dictadura, quienes en un afán por mantener su autonomía frente al Estado autoritario, buscaron financiación por parte de la Fundación para la creación de un centro de investigación alternativo a la universidad. Sus agendas de investigación estuvieron fuertemente influidas por el contexto político y social del país y no por los lineamientos de la Fundación, que entregó los fondos debido una afinidad entre sus intereses y los de los intelectuales cebrapianos.