En la primera década del siglo XXI, se desarrollan los primeros proyectos enfocados en la higiene menstrual con el objetivo de disminuir el absentismo escolar de las chicas. Estos proyectos se han basado en una representación de las niñas como cuerpos menstruantes precarios, (re)construyendo expectativas occidentales de normalidad para el cuerpo femenino. Además, al centrarse en la gestión de la higiene, estas intervenciones han tendido a reforzar la idea del cuerpo femenino como sucio y que hay que gestionar en el espacio privado. Por lo tanto, el enfoque propuesto responde a, y a veces fortalece, las normas de género, contribuyendo a producir cuerpos dóciles a-menstruales.En Santa Rosa de Copán también se reconoce que la escuela es un lugar idóneo para promover un mejor conocimiento sobre la menstruación debido a su amplia cobertura. Sin embargo, la formación sobre este tema es insuficiente y no cumple con las disposiciones normativas existentes. Además, persiste una visión tradicional que asocia la menstruación exclusivamente al cuerpo femenino y la reproducción sexual. La división sexual enseñada sirve como dispositivo de generización corporal, que perpetua prácticas culturales y normas sociales, que justifican la desigualdad de género. En este contexto, las personas participantes han mostrado interés en recibir apoyo por parte de la cooperación. Frente a este interés, es posible asumir una autoridad estratégica para acompañar a la agencia de las mujeres locales (y otres) en liderar el cambio.