“…Además, dentro de la neurociencia, el desarrollo de nuevos enfoques teóricos y metodologías que incorporan aspectos biopsicosociales y aproximaciones multinivel en el estudio de la cognición y la conciencia (Ibá-ñez y Bekinschtein, 2010;Barutta, Aravena y Ibáñez, 2010;Barutta, Gleichgerrcht, Ibáñez, 2010;Barutta, Hodges, Ibá-ñez, Gleichgerrcht, Manes, 2010;Ibáñez, 2007a,b; han propiciado una aproximación neurocognitiva de la hipnosis (Raz y Shapiro, 2002). Metodológicamente, ello se ha traducido en la utilización de herramientas como la neuroimagen (fMRI, PET) y el análisis de señales electromagnéticas (EEG, MEG) para estudiar la hipnosis (McGeown, Mazzoni, Venneri y Kirsch, 2009;Cojan et al 2009;Derbyshire, Whalley, Stenger, Oakley, 2004;Fingelkurts, Fingelkurts, Kallio y Revonsuo, 2007;Kallio, Revonsuo, Laurema, Hamalaienen y Lang, 1999;Katayama et al 2007;Mendelsohn, Chalamish, Solomonovich y Dudai, 2008;Raij, Numminen, Narvanen, Hiltunen y Hari, 2005;Raz y Shapiro, 2002;Rainville, Hofbauer, Bushnell, Duncan y Price, 2002;Rainville et al 1999;Kosslyn, Thompson, Constantini-Ferrando, Alpert y Spiegel, 2000). Por su parte, modelos recientes que explican la cognición y la conciencia como estados emergentes de múltiples y diversas regiones cerebrales funcionalmente coordinadas (Barutta et al 2010a;Edelman y Tononi, 2000) han estimulado la conceptualización de la hipnosis como un estado de conciencia.…”