“…Esto ha sido visible, por ejemplo, en la enseñanza de la historia y en concreto de aquellos conflictos históricos entre Chile, Perú y Bolivia, donde aún se mantiene centrada una mirada no solo belicista, sino también androcéntrica, en la cual el menoscabo hacia la identidad de niños y niñas de países hermanos es un continuo, lo que ha generado conflictos de violencia interescolar en los estudiantes. Se promueve así un discurso igualitarista sin una verdadera transformación de las jerarquías patriarcales, manteniendo con ello la desigualdad (Reverter, 2017). Por esto, a pesar de los esfuerzos en diversos establecimientos educacionales por fomentar el respeto y la diversidad, las bases curriculares tienden a legitimar un currículum hegemónico que avanza a excluir los referentes culturales bajo un concepto de igualdad mal entendido y que profundiza procesos de normalización, donde la situación de las/os alumnas/os migrantes no es un tema de reflexión para las/os docentes (Bustos y Gairín, 2017).…”