“…Así, las consecuencias se verán ya desde la adolescencia, en donde la identificación con el modelo masculino tradicional les empuja a descuidar su bienestar, en términos de no acudir a sistemas de salud (Tájer et al, 2017), consumir alcohol (Fernández et al, 2018) y afectaciones en su sexualidad, ya que al asumir roles de género rígidos se ejerce un impacto en las visiones que tienen sobre asuntos como la homosexualidad, la prostitución y conductas sexuales (Hernández y Huertas, 2015;Lobato et al, 2016). Se evidencian así mismo consecuencias en las relaciones tempranas de pareja, por ejemplo, una mayor tendencia a actitudes sexistas y justificación de la violencia (De la Osa et al, 2013), o el ejercicio en pareja de violencia en entornos reales y virtuales (Muñiz et al, 2015). La afectación en la adolescencia se da también a un nivel más general, puesto que la identificación con los roles de género los predispone a ejercer más conductas agresivas (Giménez-García et al, 2014) y a establecer relaciones asimétricas de poder en el ámbito escolar, lo que deriva en actitudes sexistas y de violencia escolar (Iniesta e Invernón, 2015;Lomas García, 2007; Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [UNESCO], 2019; Vélez, 2015).…”