“…Parece ser que la percepción de la población de acogida mejora cuando el inmigrante alcanza una estabilidad laboral, social y residencial. En este mismo estudio Rinken (2016) analiza una amplia variedad de posturas ante la inmigración, sintetizando los posibles discursos en cuatro: (a) "solidario", considerando que debe establecerse una igualdad de condiciones sociales y que los problemas que pudieran derivarse del proceso no deben extrapolarse a todos los grupos, presentando actitudes empáticas y anteponiendo el enriquecimiento cultural sobre los efectos económicos; (b) "funcionalista" (utilitarista), considerando útil el fenómeno migratorio desde el plano económico y, al mismo tiempo, reconociendo la existencia de una fragmentación de los mercados laborales en función de la condición social y relegando al inmigrante a empleos ingratos; (c) "desconfiado", mostrando incertidumbre y sensación de amenaza ante el fenómeno migratorio, en gran medida por un nivel alto de desconocimiento, lo que plantea exigencias para la buena convivencia; y (d) "excluyente", que atribuye al inmigrante una falta generalizada de adaptación a las normas y costumbre sociales que imposibilitan la convivencia y derivan en una postura claramente de rechazo. Así, en zonas con un alto índice de inmigrantes, la población andaluza se caracterizaba por ser un 32% funcionalista, un 31% desconfiado, un 20% solidario y un 17% excluyente.…”