El Estilo Personal del Terapeuta (EPT) tiene sus raíces en dos fuentes: las contribuciones sobre las variables del terapeuta desarrolladas por Beutler, Machado y Allstetter Neufeldt (1994) y la concepción de los aportes del terapeuta en el acto terapéutico que propone el Modelo Genérico de Psicoterapia (Orlinsky, Grawe y Parks, 1994). Orlinsky et al. (1994) consideraban que el estilo del terapeuta se refería a rasgos establecidos vinculados a su personalidad, que tendrían un impacto en la relación terapéutica e influenciarían los resultados del tratamiento. Mientras que, en el mismo año, Beutler et al. (1994) postularían que el estilo del terapeuta sería un estado objetivo altamente estable en el tiempo y que modularía la forma específica en que cualquier procedimiento o técnica es aplicada.En el año 1998, Fernández Álvarez y García postularían un concepto diferente pero relacionado al ante-rior, llamado Estilo Personal del Terapeuta (en adelante EPT). Considerado el factor más idiosincrático del profesional, relacionado a modos particulares de comunicación que se plasman en una serie de funciones que imponen un sello personal a la hora de ejercer la práctica. Estos modos de comunicación están influidos por las características de personalidad del terapeuta y también por su orientación teórica (Fernández-Álvarez, García, Lo Bianco y Corbella, 2000). El mismo sería definido del siguiente modo:(…) un conjunto de condiciones singulares que llevan a un terapeuta a actuar en un modo particular en su trabajo. Se refiere a las características normales que cada terapeuta imprime a su trabajo como resultado de su particular manera de ser, más allá del foco del tratamiento y de los requerimientos específicos de la tarea (Fernández-Álvarez, García y Scherb, 1998, p. 352, la traducción me pertenece). El modelo del EPT se compone actualmente de 5 funciones (Fernández-Álvarez, García, Lo Bianco y Corbella, 2003) las cuales son: Instruccional (rela-