“…Situar estos conocimientos en un lugar privilegiado de los procesos de enseñanza y aprendizaje supone entenderlos como una unidad indisociable del patrimonio y herencia cultural de dichos estudiantes, sus familias y sus comunidades de base. El rol que estos fondos de conocimientos juegan dentro del aula es decisivo para la inclusión educativa (Esteban-Guitart y Moll, 2014), ya que no sólo permiten dar significatividad lógica y psicológica a los contenidos del currículum (Cöll, 1988), sino que otorgan, además, continuidad y pertinencia cultural a los aprendizajes (Cochran-Smith, Ludlow, O'Leary y Enterline 2012; Lazar, 2013). De esta manera, el reconocimiento de los fondos de conocimientos se constituye en una primera forma de eliminar barreras para el aprendizaje y la participación del alumnado, convirtiéndose, en consecuencia, en una primera pieza clave de un sistema de actividad educativo organizado en clave inclusiva.…”