La violencia de género es una manifestación de la discriminación y debido a un desequilibrio de poder, que genera relaciones asimétricas, donde se perpetúa la desvalorización de lo femenino y su subordinación a lo masculino, considerado un problema de Derechos Humanos y de salud pública de gran dimensión en América Latina y el Caribe, se presenta frecuentemente en todas las sociedades, indistintamente de clase y edad, como violencia física, psicológica, sexual, económica, doméstica, violencia en las redes sociales y llegando inclusive al femicidio (1).
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) para el año 2019, estableció que los países con más violencia letal con un promedio de más de 100 casos por años fueron Brasil, Argentina, El Salvador, Honduras, Guatemala, Venezuela, Perú, República Dominicana, Bolivia y Ecuador, resaltando que una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual por parte de una pareja intima alguna vez en su vida, presentado síntomas de depresión, ansiedad y psicosis. El ejercicio de la violencia está relacionado con una cultura patriarcal y es precisamente este aspecto cultural, lo que en forma errónea justifica la violencia del hombre hacia la mujer, debido a la creencia que ellos tienen el derecho a ejercerla y por la mayor fuerza se sienten superiores a las mujeres (2).
De acuerdo al Observatorio de Igualdad de Género en América Latina y el Caribe para el año 2020 las tasas más altas por cada 100.000 mujeres de feminicidios corresponden a Honduras (4.7), República Dominicana (2.4) y El Salvador (2.1). Los 9 países que informaron una disminución en las tasas de feminicidio en comparación con el año 2019 son: Bolivia, Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Paraguay, República Dominicana y Uruguay. Argentina y México mantuvieron las mismas tasas de feminicidio que en 2019, mientras que países como Ecuador, Costa Rica, Panamá y Venezuela registraron un aumento en comparación con el año anterior (3).