“…Por otro lado, la prevalencia del riesgo de dependencia al ejercicio físico se ve representada por el 6.5 % de los participantes en el estudio, datos similares a otros estudios recientes, como el de Reche et al, (2019), con un 8.3 %. No se han encontrado diferencias por sexo en ninguna modalidad seleccionada, en la línea de investigaciones con deportistas de modalidad colectiva, individual y de combate (Reche et al, 2015;Reche et al, 2019;Reche-García, Montero & Martínez-Rodríguez, 2018); en deportistas de modalidad colectiva e individual (Cabrita, Rosado, De la Vega & Serpa, 2018); y de forma específica, en estudios con corredores y practicantes de ejercicio (Edmunds, Ntoumanis & Duda, 2006;Furst & Germone, 1993) y culturistas (Smith & Hale, 2004), corredores, nadadores, ciclistas y triatletas (Latorre et al, 2016); en corredores, ciclistas, duatletas y triatletas (Ortiz & Arbinaga, 2017); y en atletas de ironman (Magee, Buchanan & Barrie, 2016). Estos resultados difieren de lo encontrado por Weik y Hale (2009), quienes hallaron diferencias que señalaban que los hombres mantenían mayor riesgo de sintomatología relacionada con dependencia al ejercicio físico medida con el EDS-R, y diferencias que sugerían que eran las mujeres las que presentaban mayor riesgo siendo evaluadas con el EDQ y el DFT, que miden diferentes dimensiones de la dependencia al ejercicio físico.…”