En el presente estudio se revisa brevemente la literatura sobre la relación entre las emociones negativas y la enfermedad arterial coronaria (EAC). Numerosos estudios longitudinales y retrospectivos han puesto de relieve que la hostilidad y los síntomas o síndro-mes de ansiedad y depresión están positivamente relacionados con el inicio de la EAC o con la evolución clínica una vez que la EAC se ha producido. La depresión se ha relacionado de forma clara y consistente con la morbilidad y mortalidad asociados a la EAC, con independencia de la gravedad de la enfermedad y otros factores de riesgo. La evidencia sobre el papel de la depresión en el comienzo del la EAC es menos consistente, si bien un componente de la depresión, conocido como «agotamiento vital», podría estar particularmente involucrado. Existe evidencia preliminar y consistente sobre la implicación de la ansiedad en el inicio y evolución clínica de la EAC. Los datos sobre una posible asociación entre la hostilidad y el inicio de la EAC son limitados pero sugestivos. No existe evidencia fiable sobre la relación entre la hostilidad y el curso (evolución clínica) de la EAC. Existe información adicional que sugiere una estrecha relación entre la depresión (y/o ansiedad) y la calidad de vida en los pacientes que han sufrido infarto de miocardio. La no consideración de las relaciones que pueden darse entre los tres tipos de emociones podría explicar algunas de las inconsistencias que se han encontrado en la investigación sobre las emociones negativas y el trastorno cardiovascular.Palabras clave: ansiedad, depresión, hostilidad, emoción negativa, enfermedad arterial coronaria, infarto de miocardio, estrés.
Negative emotions in cardiovascular disorder: A critical analysisThis study briefly reviews the literature on relationship between negative emotions and coronary heart disease (CHD). Numerous longitudinal and retrospective studies have found that hostility and symptoms or syndromes of anxiety and depression are positively related to the onset of CHD or to outcomes after CHD is manifest. Depression has been shown to be clearly related to morbidity and mortality after CHD, independent of disease severity and other risk factors. Evidence for a role of depression in the onset of CHD is quite mixed, although the «vital exhaustion» component could be relevant. Evidence that anxiety is involved in the onset of CHD as well as in outcomes after CHD is preliminary but strong. Evidence for an association between hostility and CHD is limited but suggestive. Hostility is not reliably related to morbidity or mortality after CHD. In addition, depression (and/or anxiety) after myocardial infarction appear to be powerfully related to later overall quality of life among survivors. Disregard of relationships between the three emotions may explain some unresolved issues and nuil findings in the research on negative emotions and cardiovascular disorder.