“…Ha habido algunos intentos por intervenir en el contexto escolar para mejorar estos problemas (por ejemplo, Fernández-Cabezas, Benítez, Fernández, Justicia y Justicia-Arráez, 2011), si bien la mayoría más centrados en fenómenos relacionados tales como la agresividad y la delincuencia escolar (Guerra, Campaña, Fredes, Gutiérrez y Plaza, 2011, Livacic-Rojas, Espinoza y Ugalde, 2004Pérez, Fernández, Rodríguez y de la Barra, 2005). La mayoría de ellos aconseja poner en práctica programas de enseñanza de habilidades sociales en poblaciones cuando se presentan los primeros síntomas de conducta antisocial o incluso con estudiantes con problemas persistentes de conducta (Fernández et al, 2011;Guerra et al, 2011;Knut y Frode, 2005;Livacic-Rojas et al, 2004;Pérez et al, 2005). Sin embargo hay una serie de limitaciones en estos estudios: las intervenciones se centran en la intervención secundaria más que primaria, los programas se han desarrollado generalmente para adolescentes, las intervenciones en el ámbito escolar se llevan a cabo por docentes con escasa formación especializada, y además hay escasos programas de desarrollo de competencias sociales e Inteligencia Emocional en educación primaria en nuestro país, especialmente llevados a cabo por profesionales especializados en el contexto escolar.…”