“…La educación universitaria actual opera en un contexto de grandes desafíos económicos, culturales, políticos y sociales del que no es ajena, por lo que su misión tradicional se está viendo sometida a procesos de cambio (Carrasco, 2017;Esteban, 2019;Revesado, 2018;Thoilliez y Valle, 2015). En este escenario de transformaciones profundas, los debates y acciones en el ámbito universitario tienden a enmarcarse en los propios límites de las tendencias propuestas por los organismos internacionales (en adelante, OI) en sus documentos, cuyo estudio detenido se abre a elocuentes interpretaciones sobre la fuerza y eficacia de esta forma de ejercer su influencia política (Manso y Monarca, 2016;Monarca y Manso 2015;Prieto y Manso, 2018;Valle, 2015;Zelaya, 2016). Las recomendaciones que emiten los expertos y técnicos de estos organismos están siendo determinantes en la definición de las agendas nacionales (Thoilliez, 2018), también, a la hora de orientar sus políticas universitarias, las cuales cada vez más entran en frontal oposición con los marcos clásicos de comprensión de la educación universitaria.…”