Tradicionalmente se le atribuye a Descartes la tesis del «animal-máquina». De acuerdo con ésta los animales carecen de capacidades cognitivas, emociones y, en general, de conciencia. Esta interpretación, que todavía sigue vigente, se apoya en los avances de la filosofía natural cartesiana, que rompió con la aristotélico-escolástica, de carácter cualitativo, proponiendo un modelo físico-matemático cuantitativo mucho más cercano al nuestro. Pero, la propuesta de Descartes en su vertiente fisiológica, que en el fondo supone una concepción del ser humano innovadora, dejaba muchas cosas por fuera: como la vida, la salud, o los fines de la conducta. Sin embargo, tales elementos reaparecen en su tratamiento terapéutico y moral de las pasiones, al considerar al sujeto como unión primitiva de mente y cuerpo. Dicha solución cartesiana también puede alcanzar a los animales que, concluiremos, no necesariamente son frías y desapasionadas máquinas.