“…El resultado del aceite de orejero fue opuesto a los dos anteriores, el mayor porcentaje fue de ácidos grasos saturados, resaltando el palmítico y mirístico respectivamente, aunque también presentó el palmitoleico monoinsaturado en alta proporción; los altos porcentajes de ácidos grasos saturados en el aceite, lo convierte en un buen candidato para la producción de jabones y productos cosméticos. Estos resultados, están acordes con las propiedades fisicoquímicas, los cuales permiten sugerir posibles aplicabilidades industriales para estos aceites (Carlsson, et al, 2014), por ejemplo el de la calabonga y el algodón pueden ser potencialmente útiles en la industria de barnices, tintas, pinturas, biocombustibles (Bergmann et al, 2012) y el algodón además puede ser empleado como suplemento alimenticio para el ganado vacuno (Okonkwo y Okafor, 2016); el aceite de orejero por su parte sería más útil para la industria de alimentos y productos cosméticos humectantes y farmacológicos. El perfil de ácidos grasos obtenido en el aceite de calabonga en este trabajo, es similar al reportado por Godson y Bassey, (2015), en el cual destaca el ácido oleico con mayor proporción (42.25)%, seguido del palmítico (19.50)%, linoléico (10.50)%, esteárico (6.39)%, mirístico (0.19)% y linolénico (0.50)%; principalmente, para un total de ácidos grasos saturados de 29.02% e insaturados de 53.68%; también se encontraron valores cercanos en los trabajos realizados por Alabi, Lajide y Owolabi, (2013); Oseni, Obetta y Orukotan, (2012); Deka y Basumatary, (2011); a diferencia de Panchal et al, (2017) cuyos porcentajes se alejan significativamente, esto puede ser debido a las diferencias en la composición química del terreno donde fueron plantadas estas especies y las condiciones medioambientales, las cuales influyen el proceso bioquímico interno de las plantas para formar los ácidos grasos (Hernández et al, 2014).…”