El artículo analiza, desde la perspectiva de género, las expectativas construidas en torno al teletrabajo a partir de la experiencia vivida durante el confinamiento. El contexto del COVID-19 supone un aumento considerable de la modalidad del teletrabajo entre una parte de la población empleada. En esta tesitura, se plantea hasta qué punto el contexto de pandemia refuerza la idea del teletrabajo como una solución para demandas de índole social y no como una modalidad flexible de organización laboral. Para dar respuesta a esta cuestión, se presenta una aproximación cualitativa basada en la realización de entrevistas en profundidad al personal laboral de una administración pública que teletrabaja desde el inicio de la pandemia. Los resultados muestran cómo las mujeres han vivido de manera conflictiva el hecho de compaginar los tiempos del trabajo remunerado con los tiempos del trabajo doméstico y de cuidados en un mismo espacio. En cambio, los hombres han mantenido la lógica temporal centrada en lo productivo, sin percibir conflicto entre los distintos tiempos de trabajo dentro del hogar. Como conclusión, se apunta que la experiencia del teletrabajo durante el confinamiento conlleva distintos tipos de conflicto definidos según el género, el ciclo vital y la categoría profesional. Dicha heterogeneidad de conflictos condiciona las expectativas acerca de una futura regulación de esta modalidad construida sobre una misma base: el teletrabajo percibido como un derecho.