“…que le subyace no es suficiente, se requiere que estas especies antiguamente cultivadas, incluso aquellas recolectadas, sean incorporadas a prácticas culinarias y que las generaciones más jóvenes comiencen a consumirlas, porque bien se sabe que "lo que no se consume, no se conserva". Este es un reto, ya que este grupo de población está acostumbrado a alimentos procesados que han generado tanto desnutrición, como malnutrición, provocando una transición epidemiológica caracterizada por la presencia de enfermedades crónico degenerativas en sectores de la población raramente vistas hace algunas décadas3 .En consecuencia, no es suficiente replantearse el fortalecimiento del patrón de cultivos que dé respuesta a la suficiencia alimentaria, o la conservación de la agrobiodiversidad en bancos de germoplasma, sino, la educación alimentaria, la cual conjunta con una serie de estrategias que permiten adoptar nuevas prácticas alimenticias y nutricionales que permiten a su vez, mejorar la salud y el bienestar de los involucrados4 . En este esfuerzo, serán necesarios expertos en procesos alimentarios que permitan innovar los procesos culinarios tradicionales, especialistas de la salud y de química que evalúen sus características nutricionales haciendo énfasis en aquellos micronutrientes que contienen que son esenciales en el cuidado de la salud y por supuesto, especialista en agricultura (agro-ecólogos, agrónomos) que generen conocimiento sobre su propagación.…”