“…Por otra parte, el segundo de los aspectos económicos que debemos señalar es la promulgación del Reglamento de Libre Comercio por parte de la Corona española en 1778, lo cual multiplicó el número de puertos autorizados para el comercio transatlántico entre sus dominios europeos y americanos. Fernando Jumar (2016) ha señalado que esa normativa no implicó mayores novedades en la carrera de Río de la Plata, que ya se nutría de registros sueltos desde 1622, y desde 1730 a 1820 el complejo portuario rioplatense (eje central de la región Río de la Plata) ya se encontraba en pleno funcionamiento, multiplicando los flujos mercantiles entre las distintas economías americanas y atlánticas. 5 En el caso chileno, los estudios históricos apuntan a que las disposiciones del Reglamento de 1778 intensificaron las tendencias existentes en tres aspectos: en primer lugar, creció el tráfico terrestre entre Chile y la región Río de la Plata (Martínez Barraza, 2022); en segundo lugar, cayeron las exportaciones del Perú hacia el reino de Chile, sin que las de esta economía hacia aquel disminuyeran, y en tercer lugar, "en cuanto al intercambio con Europa, aumentó considerablemente el volumen hasta el punto de que su mayor problema consistió en el exceso de mercaderías por encima de las posibilidades de consumo" (Ávila Martel y Bravo Lira, 1969, p. 150).…”