El lenguaje clasicista inspirado en el arte romano de mediados del siglo XVI en el que se fundamenta la escultura romanista no se impone en Aragón hasta los años noventa del siglo, una fecha muy tardía en comparación con territorios próximos como Navarra o La Rioja, y ello a pesar de la presencia en el reino entre 1570 y 1574 de Juan de Anchieta, uno de los principales representantes de esta tendencia. El dominio del mercado zaragozano que ejerció Juan Rigalte durante el último tercio del siglo, un escultor muy tradicional y por cuyo taller pasaron algunos de los protagonistas de la nueva corriente en Aragón, caso de Juan Miguel Orliens, puede ser una de las razones que expliquen la tardía incorporación de la escultura aragonesa a la nueva corriente.