“…(2011) enfocan su trabajo a la elección de los decanos, en el que exponen una serie de aspectos que el decano tiene que gestionar a lo largo de su mandato y que pueden hacerlo fracasar como decano. En concreto, estos autores señalan que un buen decano debe ser capaz de anticiparse a la: falta de un calendario para lograr cambios, la dicotomía de sus actuaciones dentro y fuera de la facultad, la apariencia de que el decano no toma decisiones, el aislamiento de los demás estamentos, débil estructura administrativa, conflicto de expectativas de los distintos grupos, repetir el pasado en vez de planificar para el futuro, falta de enfoque proactivo y por último la falta o perdida de motivación para continuar con el cargo.Por otro lado, los datos del presente estudio reflejan de manera obvia que las personas que han ejercido algún cargo de gestión valoran mejor las diferentes figuras de gestión que aquellos que nunca la han tenido, y que siempre las figuras profesionales de gestión son más valoradas que las personas que han ejercido dichas figuras, excepto para el Secretario de Departamento.En relación al primero de los casos, es habitual que el desconocimiento de lo que implica la gestión universitaria, suponga una menor valoración(Espinar, 2014;Ortiz, 2015; Sánchez y López, 2013). En este sentido, la mayoría de los autores señalan la necesidad de que si bien, son pocos los cargos unipersonales de gestión, sí que pueden y deben ser muchos los cargos intermedios de gestión, de manera que un equipo eficaz de gestión de un centro universitario debería disponer de multitud de personas involucradas en el proyecto, con cargos intermedios.El disponer de esos pequeños cargos de gestión, permitirá disponer de una visión más real de la gestión universitaria, de la universidad en sí, y permitirá tener una formación que posteriormente permita ejercer cargos unipersonales con mayor eficiencia.…”