“…Este mandatario se presentaba como el árbitro y el encargado de decidir en cada caso quién estaba en mejores condiciones para preservar la paz pública en el contexto de un consenso fuertemente politizado entre los defensores de la Federación, el orden, la religión, la propiedad y las buenas costumbres, que excluía a todos los que representaban lo contrario, es decir a los unitarios. 43 41 Di Stefano, 2006, 19-50. 42 Barral, 2009b, 151-174.…”