“…El devenir de este ethos del conflicto, que configura barreras psicosociales para la paz y la reconciliación, va calando en el escenario político y social del país, contribuyendo a incrementar lógicas de polarización y radicalización de posturas ideológicas que conducen a procesos de exclusión del otro, según las divergencias políticas que, entre grupos o sujetos se hallen; lo que genera distanciamiento social y estigmatización del diferente (Amossy, 2014). Así pues, esta polarización ideológica se soporta en creencias rígidas sobre la bondad del propio grupo y la justicia de su accionar en contraposición a creencias sociales que dotan al exogrupo de un carácter de malignidad, constituyéndolo un enemigo absoluto (Martín- Baró, 1990;Bar-Tal, 1998;Blanco & De la Corte, 2003;Oren & Bar-Tal, 2006, Barrera Machado & Villa Gómez, 2018, Villa Gómez, 2019; en orientaciones emocionales exacerbadas, que van configurando un ' endogrupo' o grupo de identificación propia, a quien se le asignan tanto características como emociones positivas y un ' exogrupo' a quien se le atribuyen características y sentimientos negativos de rechazo, ira, odio y resentimiento (Bar-Tal & Halperin, 2014;Tajfel, 1984;Velásquez Cuartas, Barrera Machado & Villa Gómez, 2020).…”