El cambio político es un concepto teórico polisémico que sirve para designar el proceso de transformación de un tipo de régimen político en otro, que puede ser de uno democrático hacia uno autoritario, o viceversa, a partir de la incidencia de variables de naturaleza estructural, como la economía y la cultura, pero también de carácter y circunstancias políticas particulares, subjetivas y cualitativas, como, por ejemplo, un golpe de Estado o la incidencia que ejercen los grupos y los movimientos sociales en los procesos políticos, hasta el carisma de un personaje. Si se consideran las variables que entran en juego, implica una transformación completa y compleja que involucra, en acción y pensamiento, la mayor parte de los elementos del sistema político, desde los “tangibles”, como los partidos, corporaciones, gremios e instituciones, hasta los abstractos, como las ideologías, creencias, tradiciones, normas, valores, entre otros. El tipo de transformación política en la que estamos interesados y que vamos a validar en este estudio es el condicionado a variables estructurales o políticas, por medio de las que un régimen busca o instituye formas democráticas para el ejercicio del poder, que permiten, igualmente, la participación ciudadana en las decisiones públicas, la equidad y la igualdad en el desarrollo social y en la competencia política, así como la justicia social, entre otros elementos que traen como consecuencia beneficios, tales como la estabilidad social y política, el bienestar común, el respeto a los derechos humanos, la rendición de cuentas, el derecho a la información, la alternancia en el ejercicio del poder y la gobernabilidad, entre los más apreciados para la vida democrática. No obstante la polisemia y aplicación amplia del concepto de cambio político, en este estudio hemos decidido aplicarlo al contexto nacional y al local de Aguascalientes, toda vez que puede ayudarnos a entender de manera teórica cómo hemos transitado de un estatus político, en el que la hegemonía de un partido perduró durante más de seis décadas, a otro en el cual las fuerzas políticas se han sucedido alternativamente de manera pacífica en el poder o en la oposición. La intención de este análisis es contribuir al debate respecto a las variables que han hecho posible el desarrollo de un proceso de cambio político en nuestro modesto espacio local, si se nos permite el uso del concepto, para pasar de un régimen autoritario, excluyente y represor, a otro donde el fenómeno de la alternancia en el ejercicio del poder es un lugar común generado con base en la decisión de los ciudadanos. En el nivel macrohistórico de México asistimos a tres grandes cambios políticos que fueron producto de revoluciones por medio de la lucha armada: en el primero se pasó del ejercicio del poder absoluto (monarquía) a un régimen presidencial con división de poderes, sustentados en el federalismo; en el segundo se afianzó la república federal y se separó el poder eclesiástico del civil (herencia del pasado virreinal) al amparo de una ideología liberal; en el tercero también fue necesaria la lucha armada para recuperar y ampliar las libertades civiles y políticas ‒como el voto universal‒ y más adelante crear instituciones para promover la participación, proteger los derechos humanos, atender las demandas ciudadanas y el derecho a la información, tales como el Instituto Federal Electoral (IFE), la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), entre otras; asimismo, se abrieron cauces para el acceso al poder por medio de un sistema de partidos y la intervención de los ciudadanos en las decisiones de gobierno a través de los instrumentos de participación ciudadana y democracia directa (como la consulta popular); pero lo importante es que los resultados de la tercera transformación, aunque con retraso, se están logrando, sin que el pueblo mexicano tenga que recurrir nuevamente a las armas. La posición de la cual queremos partir plantea que el proceso de cambio político del México moderno comenzó, como es natural, con una crisis política después de la Revolución Mexicana, agudizada en los años ochenta y que en la actualidad se ha atemperado; aunque en determinados periodos, el proceso es todavía tenso. Pero a partir de 1990, los mexicanos estamos empeñados en una transformación semejante a la llamada “tercera vía”, o latinoamericana, que apuesta por un cambio gradual y pacífico desde dentro del mismo régimen, con reglas, pactos y acuerdos, pero, sobre todo, aboga por los principios universales: “igualdad, protección de los débiles, libertad con autonomía, ningún derecho sin responsabilidad, ninguna autoridad sin democracia”. Podría decirse que la construcción del nuevo orden político de México, o la transformación del sistema, comenzó con el proyecto político plasmado en la Constitución de 1917, lo que dio comienzo a un periodo de inestabilidad y crisis política en el régimen surgido de la Revolución Mexicana, que se extendió hasta finales de 1930, cuando Lázaro Cárdenas tomó el control e impuso orden. Justamente a partir del proyecto cardenista vamos a diferenciar cinco etapas del proceso de cambio político en México, en las que basaremos nuestro análisis. Con base en las referencias de esas cinco etapas pretendemos dar cuenta del proceso del cambio político en Aguascalientes, siempre guiado por el proceso mayor, emprendido desde el contexto nacional y luego trasladado a las entidades federativas.