María Nair de Castro Lopes, mi abuela, fue por no entender por qué ella, una mujer decidida, valiente y luchadora, una persona que siempre le gustó la vida, desistió de vivir, que me interesé por envejecer. Escuché sus quejas, experimenté su autoexilio, pero no supe cómo ayudarla. De pronto ella simplemente se acostó en un sofá y esperó a que la muerte la abrazara, en ese momento comprendí que esa opción no podía ser la única, que tal vez la vejez y la finitud podían ser seguidas por otros caminos, que no debía ser solo un lugar de tristeza y desesperanza.Estudiar, comprender y trabajar con la vejez y los viejos fue un legado que en silencio dejó mi abuela.La idea inicial era simple, poner más energía, más vida, en la vida de los que envejecen. Así, entré a un nuevo universo, o mejor dicho, a un multiverso, comencé a estudiar el envejecimiento, la vejez, encontré a miles de personas que me enseñaron y me enseñan cada día, nuevos conceptos, visiones, historias, nuevas formas de entender las relaciones familiares, sociales, espirituales, en definitiva, nuevas formas de entender la vida y su infinita complejidad.Quiero agradecer a todas y cada una de estas personas que, desde 2002, cuando inicié el proyecto de la Clínica Mayoredad, han interpelado, dudado, animado y, sobre todo, dado su voto de confianza a un incipiente proyecto cuyo punto de partida fue la idea ingenua de mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas mayores.Agradezco a los primeros pacientes de la Clínica Mayoredad, los autodenominados "los pioneros", quienes en aquel lejano 18/03/2003 contribuyeron a que el proyecto despegara, y me ayudaron a entender que la práctica es mucho más profunda, drástica y dramática que la teoría.Agradezco a todos los pacientes que han vivido, experimentado y que viven la Mayoredad, durante uno, dos, diez, quince o más años, un tiempo de aceptación mutua, de confianza, de cariño, de momentos que se convierten en un inconmensurable combustible que me permite saber que hacer lo que hago vale mucho más de lo que puedo explicar.Un trabajo como el del método clínica Mayoredad no se da sin que otros profesionales acepten este reto, por eso agradezco a todos los compañeros que han formado parte del cuadro clínico de Mayoredad a lo largo de estos veinte años, su aportación, su esfuerzo, su dedicación nos permitieron no solo consolidar nuestro trabajo, como también ayudar de una manera única a mejorar la vida de miles de personas. Sé que en