“…Varios investigadores coinciden en que este proceso de asimilación de la discapacidad de un hijo (a) dura toda la vida y se manifiesta de primera instancia mediante un desgaste de carácter psicológico, el cual determina una serie de hechos, mandatos, prácticas y creencias que provienen de la experiencia de cada miembro del grupo familiar, así como de la vida en comunidad. Por lo tanto, llevan paulatinamente un ajuste tanto personal como social a través de la experiencia, por lo que la presencia de la discapacidad en un hijo o hija hace que las familias deban desarrollar distintas competencias para afrontarla (Núñez, 2007, Garrido, 2009, Calero, 2012, Fresnillo, 2014Espino y Martín, 2014, Ocampo y Algarín, 2017. Este conjunto de creencias en la mayor parte de las ocasiones, suelen ser injustas e incorrectas y a menudo provocan en la familia diversas reacciones que pueden verse dirigidas en distintas direcciones, manifestándose en conformidad o rebeldía ante dicha circunstancia de vida (Garrido, 2009y Fresnillo, 2014.…”