“…Para este autor, dicha competencia mediática puede explicarse a partir de la interrelación de seis dimensiones: los lenguajes, la tecnología, la interacción, la producción y difusión, la ideología y los valores, en conjunto con el planteamiento estético (Ferrés, 2007;Ferrés & Piscitelli, 2012). Como vemos, la competencia mediática plantea una perspectiva holística que, a pesar de su enorme interés en un contexto marcado por la opulencia audiovisual, en el caso de los procesos de enseñanza se desdibuja por aspectos metodológicos, conceptuales y presupuestales, como la dificultad de organizar una clase sin alteraciones por parte de los estudiantes (Mayurgo, Moix, Ricart & Reñé, 2005); la falta de adecuación o la pobre conceptualización de los currículos (Ferrés, 2007); los inconvenientes que surgen de una falta de sistematización en su implementación educativa (Pérez & Delgado, 2012); la escasez de estudios sobre la competencia audiovisual (Aguaded & Pérez, 2012), o los peligros del "aprendizaje técnico" (Marín, Díaz & Aguaded, 2013), en vez de la apuesta estratégica por la formación integral; la débil organización general de los centros educativos (Ramírez & González, 2016); la excesiva carga laboral de los docentes (Medina & Ballano, 2015), o las confusiones que tienen sobre la definición de este mismo concepto (Santibáñez et al, 2016); y, en muchos casos, la deficiente apropiación de los dispositivos tecnológicos en dichos centros (Mateus et al, 2019).…”