“…Sin embargo, a mitad de siglo las iniciativas para renovar el teatro se conjugaron con el ímpetu de experimentación teatral internacional y con un entretejido de apoyos de nuevas instituciones, como el Inba (1946), el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana (1950), el Patronato para la Operación de los Teatros del Seguro Social (1960)(1961)(1962)(1963)(1964)(1965), el Organismo para la Promoción Internacional de la Cultura (opIc) de la Secretaría de Relaciones Exteriores (1963), además de la ampliación de matrícula, presupuesto y poder político de la Universidad Nacional en prácticamente todo el periodo analizado (véase L. Moncada, 2011, p. 99;Rico Galán, 1950; sobre el teatro del IMSS, Harmony, 2011;López Sánchez, 2011, p. 78;Domínguez y Revilla, 2013). El surgimiento y fortalecimiento de dichas instituciones era reflejo tanto de la consolidación del régimen posrevolucionario y su búsqueda de una cultura nacional, como de la creciente preocupación que, desde décadas previas, giraba en torno a la juventud urbana y la necesidad de ofrecerle espacios de esparcimiento sano y formación (Meza Huacuja, 2017;Chavolla, 2018).…”