“…Diferentes líneas empíricas defienden que este tiempo compartido en familia, incluido el tiempo de ocio, reporta múltiples beneficios a quienes lo comparten, entre otros, en el bienestar (Maynard & Harding, 2010;Offer, 2014), en el desarrollo intelectual, psicológico y social de los individuos (Craig & Mullan, 2012;Shaw, 2008) , en la salud, en su concepción holista (Grosso et al, 2011;Pinxten & Lievens, 2014;Veenstra & Patterson, 2012), así como su contribución positiva a la participación de los hijos en actividades de ocio futuras (Devos, 2006). Este tiempo compartido contribuye también a incrementar el grado de satisfacción que el joven tiene con su vida familiar (Agate, Zabriskie, Agate & Poff, 2009;Barnes, Hoffman, Welte, Farrell & Ditcheff, 2007;Offer, 2013;Zabriskie & McCormick, 2001, 2003 de lo que se deriva que el hecho de compartir más tiempo en familia posibilita que progenitores e hijos disfruten de estos beneficios, lo que erige al tiempo compartido en familia en un indicador idóneo del bienestar familiar que depende, además de la cantidad de actividades compartidas, del tipo y la calidad de las mismas (Offer, 2014).…”