“…En quinto lugar encontramos el principio de caridad, el cual significativamente no se encuentra formulado en el capítulo V de TT, II sino en el parágrafo 42 de TT, I. En efecto, la noción de caridad, entendida como derecho a los medios de subsistencia por parte de quien carece de ellos en una situación de necesidad extrema (véase Macpherson, 1970: 185-186, 198;Waldron, 1979: 326;Horne, 1990: 57-58;Simmons, 1992: 285, 291, 330;Marshall, 1994: 297;Dang, 1994Dang, : 1426Sreenivasan, 1995: 102-104;Buckle, 2001: 247-248;Waldron, 2002: 168-172;Vaughan, 2002: 15;Lamb, 2009: 237), se presenta en TT, I, como un argumento más en contra de la monarquía absoluta defendida por Filmer y, más específicamente, contra el intento filmeriano de derivar derechos políticos de la donación divina del mundo a Adán. Según Locke, Dios nunca otorgó un dominio excluyente a Adán en detrimento del resto del género humano: si le dio el mundo a Adán fue porque él era, en el comienzo de los tiempos, el género humano en primera persona (véase TT, I, § §40, 46; Chumbita, 2014b).…”