“…Además, introdujo la idea de que el bien general y colectivo debía imperar sobre el bien individual, ya que el individuo era parte de una categoría más amplia llamada sociedad, por lo que quedaba subsumido a ésta. Con ello se fue incorporando y consolidando la idea de que lo importante era hablar de colectividad (nación) y no tanto de individualidad, porque los grandes motores del progreso nacional no se enfocaban en la realización integral del individuo, sino en el desarrollo económico (Riguzzi, 2009), en la reorganización administrativa y en el fomento a la educación nacional bajo una perspectiva científica. Esta concepción terminó por ser la dominante en el México de finales de siglo, lo que explica por qué México: su evolución social presentó un carácter positivista al concebir, entre otras cosas, un sujeto de la historia no en términos individuales, sino en términos de fuerzas colectivas y grupos organizados.…”