“…Por otra parte, como viene reconociéndose desde la década de 1970, la publicidad suele trasmitir una visión muy estereotipada de las mujeres y de los hombres, presentando a ellas en ámbitos domésticos y actividades subordinadas y reservando para ellos los papeles y la voz de la autoridad (Eisend, 2010; Johnson & Young, 2002; Larson, 2001). Los estudios realizados con niños y niñas ponen de manifiesto que suelen considerar `como propio de chicos o de chicas` lo que la publicidad les ha presentado como tal (Huston, Greer, Wright, Welch, & Ross, 1984; Lewin‐Jones & Mitra, 2009), estereotipos que el grupo de iguales suele reforzar (Blakemore, Berembaum, & Liben, 2009). No es menos cierto, sin embargo, que como cualquier discurso socialmente construido, también el de la publicidad puede ser deconstruido y modificado por otro discurso (Falcón & Díaz-Aguado, 2014; García, 2009) y que la infancia es activa en la construcción de su identidad (Davies, Buckingham, & Kelley, 2000), incluida la de género (Duvall, 2010), pudiendo detectar y modificar el sexismo procedente de la publicidad.…”