La escasez de órganos humanos para trasplante ha propiciado la búsqueda de otras alternativas, como la posibilidad de utilizar animales como donantes, lo que se conoce como xenotrasplante. El cerdo se ha convertido en la especie donante más prometedora tanto por su similitud anatómica y fisiológica con el ser humano, como por la disponibilidad de metodologías de modificación genética, que han permitido la obtención de modelos porcinos que permiten hacer frente a los riesgos del xenotrasplante. Estos riesgos están asociados con el rechazo inmunológico, la desregulación de la coagulación y la presencia de retrovirus endógenos porcinos. Aunque los resultados de los ensayos preclínicos en primates varían considerablemente, alcanzando diferentes tiempos de supervivencia en función del órgano trasplantado, la inactivación del gen que codifica el antígeno α-Gal ha resultado imprescindible para superar el rechazo hiperagudo, que es la primera y más drástica barrera inmunológica. Los hitos que se han logrado en los últimos años, incluyendo las pruebas clínicas recientes con seres humanos a los que se han realizado trasplantes de riñón o corazón de cerdos modificados genéticamente, acercan un paso más el traslado de los xenotrasplantes a la práctica clínica