Pese a una persistente diversidad terminológica, se puede decir que, desde el punto de vista conceptual, la taxonomía del ámbito fraseológico ha avanzado hacia un loable consenso en la última década. Quedan sin embargo algunas zonas polémicas o borrosas, como las colocaciones complejas y las «colostrucciones» (o ‘esquemas fraseológicos’), con las consiguientes dificultades técnicas para el reconocimiento de las mismas en un corpus electrónico. Ello repercute indirectamente sobre los límites del propio concepto teórico de colocación, que, dependiendo de cómo se defina, podría solaparse con estos tipos de frasema. Otra manera de enfocarlo es considerar que existe un mecanismo sintáctico productivo de imbricación fraseológica, por el cual un frasema puede encajarse en otro mayor sin constituir por ello una «nueva» categoría fraseológica. Por lo tanto, una locución adverbial podría formar parte de una colocación a mayor escala con un verbo (tanto por su semántica como por su frecuencia de coocurrencia), y seguir siendo una locución adverbial con otros verbos (Pamies 2017, 2019). Un caso muy representativo de esta indeterminación sería el de los binomios fraseológicos, que, en unos diccionarios fraseológicos aparecen clasificados como locuciones adverbiales (a bombo y platillo) pero, en otros, como locuciones verbales (anunciar a bombo y platillo). Para examinar de cerca este problema, hemos elegido la expresión largo y tendido, que, pese a sufrir una fijación total, se combina preferentemente con ciertos verbos, permitiéndose incluso sustituciones sinonímicas e hiponímicas entre los mismos. El estudio empírico (cualitativo y cuantitativo) de un gran corpus textual electrónico permite analizar todas las variaciones contextuales que afectan a su empleo, poniendo a prueba, de paso, la metodología estadística de detección automatizada de las colocaciones. La heterogeneidad observada es mucho mayor de lo que cabría esperar, pero también pone de manifiesto ciertas tendencias regulares.