“…Docentes y discentes se trasladaron a esta nueva realidad: algunos sabían hacer uso de las herramientas digitales, otros recibieron algún tipo de formación y muchos tuvieron que aprender por el camino (Cotino Hueso, 2020). Sin embargo, este hecho hubiera requerido una valoración más pausada del contexto y de la metodología que se iba a emplear, ya que no se trata de una simple transposición de la educación presencial a la no presencial (Grande- de-Prado et al, 2020), sino que debería haberse encontrado precedido de una reflexión sobre el diseño educativo más apropiado para cada caso (Cabero y Gisbert, 2005;García-Peñalvo, 2015, 2020a, 2020b, 2020cGarcía-Peñalvo y Corell Almuzara, 2020;González et al, 2020;Grande-de-Prado et al, 2021;Hannon, 2012;Hernández-Ortega y Álvarez-Herrero, 2021;Luo et al, 2017). De hecho, algunos autores incluso diferencian la enseñanza online tradicional respecto a la derivada de la situación de pandemia, que han venido en denominar como «enseñanza remota de emergencia» (en inglés, emergency remote teaching) (Bozkurt y Sharma, 2020), haciendo referencia al hecho de que en este último caso no nos encontramos realmente ante una docencia online, sino ante una «virtualización urgente no planificada» (Grande- de-Prado et al, 2021, p. 51).…”