“…No obstante, se requiere una alfabetización digital que permita reconocer el fenómeno social que se esconde detrás de cada aplicación y las posibilidades formativas en cuanto a construcción de conocimiento de manera distribuida pero autónoma, así como las posibilidades de trabajo colaborativo y solidario que ofrecen las comunidades virtuales (García, 2006). De igual forma, las herramientas 3.0 y su adecuada implementación aportan al fortalecimiento del aprendizaje significativo en la medida que implican la adaptabilidad del estudiante a sus necesidades, expectativas e intereses y hacen que esta ejerza un rol activo en el proceso formativo individual y colectivo (Páez Quinde et al, 2022) Conviene destacar que, según Ortegón y Delgado (2021), los procesos formativos con mediación digitales requieren de entornos virtuales de aprendizaje (EVA), tales como "plataformas de e-Learning, blogs, wikis y redes sociales" (pág., 2). En ese sentido, es necesario tener en cuenta que las redes sociales son estructuras compuestas por un conjunto de individuos u organizaciones conectados intereses comunes o relaciones de amistad o parentesco, estas se han convertido en poderosos lugares de interacción que posibilitan articular personas y conformar comunidades virtuales y redes de colaboración entre pares (Cobo Romani, 2007), así como pasar del espectador o consumidor a un productor de contenido o "prosumidor" (productor+consumidor) que contribuye con contenido, comparte recursos, interactúa con otros usuarios y crea comunidades a través de redes sociales o microblogging; genera y publica contenidos por medio de blogs, wikis y otras aplicaciones con objetivo colaborativo (Google Apps); y recupera información a través de búsquedas semánticas como etiquetas (folcsonomías), marcadores sociales (Digg o del.ici.ous) o suscripciones (sindicación), mediante agregadores RSS o correo electrónico.…”