“…La enfermedad es considerada de reporte obligatorio, incluída en la Lista B de las enfermedades de los animales terrestres según la Organización Mundial de Salud Animal (OMSA), antes OIE (Tshipamba et al, 2020). En rumiantes Cff se ha demostrado que el patógeno afecta el sistema entérico, especialmente el intestino (Li et al, 2022), por otro lado, los toros con Cfv son reservorio porque las bacterias viven y se adaptan en los quistes prepuciales, mientras que en las vacas las colonizaciones son en vagina, cuello uterino y útero (Cagnoli et al, 2020y Lúcio et al, 2019 induciendo procesos proinflamatorios (Campos-Múzquez et al, 2021) debido a la internalización en células del epitelio endometrial (Campos-Múzquez et al, 2019) provocando abortos (Clune et al, 2022); C. fetus también puede afectar a humanos y se ha reportado induciendo infecciones sistémicas (Adhikari et al, 2022) endocarditis (Lynch et al, 2022 y meningitis (Fernández et al, 2022). El aislamiento bacteriológico y la utilización de pruebas bioquímicas juegan un papel importante para la identificación de C. fetus y la diferenciación entre Cff y Cfv, ya que se consideran el estándar de oro, sin embargo, la implementación de estas técnicas de cultivo es difícil, ya que Campylobacter requiere condiciones de cultivo in vitro más exigentes que otros géneros bacterianos, además, el cultivo es pobre en confiabilidad y reproducibilidad (Iraola et al, 2016).…”