“…Sin embargo, también puede afirmarse que la gran crisis de salud pública motivada por la gripe estuvo muy lejos de generar disturbios vehiculados por la destrucción de recintos hospitalarios, el asesinato de médicos y la desatención deliberada de las normativas estipuladas por las autoridades. Tampoco se alimentaron los patrones preexistentes de nativismo que se habían detectado con asiduidad en territorios como Estados Unidos, en los momentos en los que las epidemias favorecieron la combinación del miedo y de una muerte más o menos generalizada (Rosenberg, 1962;Kraut, 1994;Markel, 1997;Shah, 2001;Markel, 2004;Kraut, 2010). Por el contrario, podría decirse que la pandemia gripal de 1918-1919 dio lugar a niveles de voluntarismo, compasión, solidaridad comunitaria y autosacrificio desconocidos o poco habituales hasta aquel momento, pese al desconocimiento de sus causas y la aureola de misterio que la envolvió en su desarrollo (Cohn, 2018, pp.…”